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La Casa de Muñecas - Henrik Ibsen



Nora se cree felizmente casada con Torvaldo. Llevan ocho años de casados y tienen tres hijos. Además, Torvaldo Helmer asumirá en el año nuevo el puesto de director de un banco. Todo parece perfecto, pero Nora guarda un secreto. Así se lo confiesa a su amiga Linde. Años atrás, su esposo estaba a punto de morir. Debía cambiar de clima, pero económicamente les era imposible pagar un viaje. Nora le hizo creer a Torvaldo, quien ignoraba su propia enfermedad, que su padre, agonizante, les había dado el dinero. En realidad, Nora lo tomó prestado de Krogstad, el procurador. Para hacerlo, Nora falsificó la firma de su padre muerto. El prestamista trabaja en el mismo banco de Helmer. Tiene un oscuro pasado como falsificador. Intenta recuperar ante la sociedad y sus hijos su honra, pero sabe que Torvaldo lo despedirá por sus antecedentes corruptos. Para evitarlo, chantajea a Nora, quien ve cómo se derrumba su felicidad. Torvaldo no accede a su petición de que mantenga al procurador en su puesto. Este se encuentra dispuesto a todo. Sin embargo, Linde habla con él. Ella será quien lo reemplazará en el puesto; pero intenta recuperar su vida. Le propone que vivan juntos como lo deseó hace mucho tiempo Krogstad. Linde no impide que el procurador informe, a través de una carta, el crimen de Nora. Cree que él le agradecerá el haberlo salvado. Por el contrario, Torvaldo se entera y en lugar de agradecerle por haberle salvado la vida, la humilla y juzga. En medio de los insultas y ofensas recibe unos nuevos papeles. Krogstad ha devuelto el contrato. No hará nada contra los Helmer. Torvaldo trata de reconciliarse con Nora, pero esta ha cambiado radicalmente. Se ha dado cuenta que en su matrimonio no es más que una muñeca grande; como de niña fue una muñeca pequeña. Quiere reencontrarse consigo mismo. Torvaldo le es un extraño, un egoísta. Para encontrarse consigo misma, abandonará la casa.