El Hombre que Rie II - Victor Hugo
El hombre que rÃe es, de todas las novelas de Victor Hugo, la más extraña y la más barroca, tal vez la más precozmente surrealista. Lo es por su decorado nocturno y onÃrico, por la atención a los fenómenos de la pesadilla y de la videncia, por el gusto por la monstruosidad y la inclinación al humor negro. «Dos ojos parecidos a rendijas, una raja por boca, una protuberancia chata con dos agujeros que era la nariz, un aplastamiento en lugar de cara, y como resultado de ello, sólo hace reÃr. Es seguro que la naturaleza no produce por sà sola tales obras maestras. Sólo que, ¿es la risa sinónimo de alegrÃa? Si en presencia de aquel saltimbanqui, porque era un saltimbanqui, se dejaba que la primera impresión de alegrÃa pasara, y si se observaba a ese hombre con atención, podÃa reconocerse la huella del arte. Una cara semejante no es fortuita, sino buscada. Ser a tal punto completo no está en la naturaleza. (...) Gwynplaine hacÃa reÃr riéndose. Y sin embargo, él no reÃa. Su cara reÃa, pero no su pensamiento. La especie de cara inaudita que el azar o una industria extrañamente especial le habÃa modelado se reÃa sola. Gwynplaine no tenÃa nada que ver con eso. Lo externo no dependÃa de lo interno. Esa risa que él no habÃa puesto en su frente, en sus mejillas, en sus cejas, en su boca, no podÃa quitársela. Le habÃan aplicado para siempre la risa en el rostro. Era una risa automática y tanto más irresistible, cuanto que estaba petrificada.»